El Calvario de Villarluengo

Villarluengo es una de las poblaciones por las que pasa la carretera que conforma la Ruta del Silencio a la que me refería en el último post.

El pueblo se asienta sobre un promontorio de rocas calcáreas a 1130 metros de altitud flanqueado por ríos, parte de las casas cuelgan de un barranco con una caída vertical de vértigo.

Su origen se remonta al siglo XII en plena reconquista en tiempos de Alfonso II de Aragón, y la orden de los Caballeros Templarios jugó un importante papel en su consolidación.

Durante el siglo XIX y XX tuvo un importante desarrollo industrial debido principalmente a la expansión del sector textil y del papel, pero desde principios del siglo XX la población fue decreciendo pasando de los casi 2.000 habitantes registrados a los poco más de 150 que tiene en la actualidad, reflejo de lo que se suele llamar "la España vaciada" que caracteriza estas tierras.

Aparte de su rico y variado patrimonio histórico como la iglesia, las masías fortificadas, ermitas, el edificio del ayuntamiento etc... hay algo que me impresionó por encima del resto por el impacto visual y trasfondo espiritual: su imponente Calvario.

Con hornacinas que contienen imágenes que representan la Pasión y Muerte de Jesucristo, es costumbre que en Semana Santa se realice el Via Crucis en ascensión serpenteante hasta la ermita en la parte superior de la ladera donde están situadas.

Un lugar de paz y silencio que realmente sobrecoge, o al menos así lo sentí.

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