Despierto soñaba con ella.
Su estilizada figura, sus largas y finas piernas, su ondulada melena, su piel de porcelana, su mirada de amor, sus labios de fresa, su dulce voz, su esencia...
Tenía una apretada jornada laboral y debía cumplir con las responsabilidades familiares.
Venía a verme cuando podía, me animaba, me traía lo que me faltaba, me mimaba.
Estar con ella me aliviaba, me hacía sentir bien, me alegraba, olvidaba mis males, llenaba mi soledad.
Siempre pensó que hacía poco, le hubiese gustado estar más por mi. Cuando llegaba la hora nos despedíamos con lágrimas en los ojos. Ella se iba triste por dejarme, yo entristecía al verla marchar.
La noche antes de mi segunda operación se quedó a dormir en el hospital. Para ello la habitación disponía de un sillón abatible donde las visitas podían descansar.
Dormimos juntos, en la misma cama, a pesar de estar prohibido.
Aquella fue la mejor noche, pegado a su cuerpo, sintiendo su piel, su calor, la cadencia de su pausada respiración...
Al despertar debía entrar en quirófano, lo hice con su grato recuerdo.
Al cabo de unos días, hablando con una enfermera se lo dije.
Me dijo que lo sabían. No dijeron nada :-)
Y precisamente hoy es su cumpleaños.
Desde aquí le deseo felicidad, mi agradecimiento por tanto y todo mi amor...