Como todo en la vida, siempre hay un final.
Y mis días de ingreso en el centro hospitalario habían llegado a su fin.
Tras treinta y tres días me daban el alta en domicilio.
Y treinta y tres son las imágenes que han conformado mi experiencia durante esos días.
Nunca me planteé compartir mis vivencias públicamente. Fue al estar en casa que pensé que podría ser interesante compartirlas en forma de imágenes y textos por lo que representa el estar hecho desde el punto de vista de un paciente.
Durante mi ingreso no disponía de equipo fotográfico, se había quedado en el lugar del accidente. Tomaba fotografías como siempre hago de mi cotidianidad con la mejor cámara del mundo, la que tenía en esos momentos: un mediocre móvil.
Ello me permitió tener un recuerdo gráfico que aunque por un lado sin la mayor calidad deseable, por el otro me permitió pasar más desapercibido y conseguir imágenes que de otra manera quizá no hubiese podido, al menos ese es mi consuelo.
Esta es la última imagen que tomé, instantes antes de mi salida.
Mi más profundo agradecimiento al equipo de enfermeras que me atendió día a día con sus esmerados cuidados y cariño: Julia, Rosa, Neus, Antonia, Loli, Merche, María José...
Igualmente al equipo de cirujanos que llevaron mi caso con éxito encabezados por el Doctor Teixidó y la Doctora Lalanza.
A los pacientes que conocí y que tanto me ayudaron y me enseñaron: Jose, María, Alba, Carlos, Kazem, Teresa, Lorenzo, Marc, Tania, Cristina, Jordi, Chema...
A mi hermana y a mi madre que siempre estuvieron a mi lado dándome todo su cariño, apoyo y lo que pudiera necesitar.
A mis hijos, por saber adaptarse a mi situación y seguir adelante con sus responsabilidades con un esfuerzo y naturalidad ejemplares.
A mi pareja, por tantísimo... love you, babe ;-)
Y por supuesto a todos los que habéis seguido mi periplo dándome tantas muestras de amistad, solidaridad, esperanza y apoyo ayudándome a hacer mis días más llevaderos. Nunca tendré suficientes palabras para agradecéroslo, gracias de todo corazón.
Ahora que han pasado dos meses de la operación mi lucha sigue con la rehabilitación para conseguir la mejor movilidad posible. Pronto abandoné la silla de ruedas, luego una muleta, después la otra. Ahora camino sin ayuda y me encuentro cada día mejor, fuerte, optimista, esperanzado y con ganas de recuperar mi ritmo normal.
La vida sigue y hay muchos soles que ver y lunas que disfrutar.
Gracias por ser y por estar :-)))