Donde antes
había gente
ya no hay nadie.
Mis horas
son repiques
de silencios y nadas.
Me paso la vida
transcurriendo
de vacío en vacío
buscando algo
que ya no existe.
De repente
la vida se esfumó.
Hasta los árboles
me miran apenados
cuando voy y vuelvo
a través de los días inútiles.
Es inevitable
que con algo de miedo
cada cierto tiempo
me busque el pulso
y compruebe si he muerto.