Sed disciplinados y obedeced al Estado, él vela por nosotros.
Pone en primer lugar de sus intereses nuestra salud y por eso apuesta por la "inmunidad de rebaño", porque el Estado es nuestro pastor y nosotros sus ovejitas, mira si había palabras para designar el término.
Nos hará creer que sus medidas para evitar la pandemia fueron y son las mejores y siempre anteponiendo nuestra salud a los intereses económicos.
Nos prometerá ayudas económicas sin intereses, la cancelación de los alquileres mientras dure la pandemia, largos plazos para pagar las deudas y nos garantizará una renta mínima vital para toda la población.
Nos dice que apostará por la sanidad pública y que no hará más recortes.
Impone un duro confinamiento para enmascarar su fracaso en la decisión de medidas que debió tomar para impedir la expansión del virus.
Utiliza sus medios de propaganda para lavar su imagen y nos pide que estemos suscritos a ellos.
Apela a la unidad de todos los españoles para salvar su nefasta actuación ante la crisis.
Y bla, bla, bla...
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A estas alturas pocos se cuestionan que tras este grave periodo que estamos encarando es probable que un nuevo orden mundial aflore. Los países se miran de reojo en la aplicación de medidas y éxito de las mismas para afrontar esta crisis porque saben que quien mejor la gestione saldrá beneficiado, y por el momento parece que quien gana la partida es Oriente pese a los esfuerzos del bloque de Occidente de desacreditar, señalar y culpabilizar.
En Hong Kong aparecía una pintada que decía: "No puede haber retorno a la normalidad porque la normalidad era el problema de origen". Quizá sea cierto, pero también cierto es que deberemos acostumbrarnos a otra normalidad, una "normalidad" que nunca hubiésemos imaginado y que cambiará drásticamente el mundo que conocíamos.
La epidemia no solo la combaten médicos, virólogos y epidemiólogos. Se imponen otras medidas que pasan por el Big Data, el control masivo de datos para el análisis del comportamiento y ubicación de la población, y los teléfonos móviles son los grandes delatores.
Quizá con el tiempo se expida un certificado a los que han pasado la enfermedad y son teóricamente inmunes, con lo que habrá dos tipos de ciudadanos, los "sanos" y los que puedan enfermar y/o contagiar y a los que se les restrinja de alguna manera su actividad.
Quizá con el tiempo se expida un certificado a los que han pasado la enfermedad y son teóricamente inmunes, con lo que habrá dos tipos de ciudadanos, los "sanos" y los que puedan enfermar y/o contagiar y a los que se les restrinja de alguna manera su actividad.
Y mientras gobiernos y políticos luchan por establecerse en el poder la pandemia sigue avanzando dejando su siniestro rastro por todo el mundo, no sabemos cuántos contagiados hay, ni cuántos muertos, ni cuántos portadores de anticuerpos, ni lo que duran los anticuerpos en el cuerpo humano, ni si el virus muta, ni cuándo habrá vacuna, ni qué medicamentos funcionan... no sabemos apenas nada.
Pero sí sabemos ya sobre la virulencia del virus, la grave crisis que ha generado su expansión, la catástrofe masiva social y económica que está generando y que será especialmente dura en países en vías de desarrollo, y que el virus ha venido para quedarse.
Y también sabemos que Big Brother nos mira, así que portaos bien, no critiquéis al gobierno, dejad vuestra huella digital en las redes sociales y llevad siempre en móvil allá donde vayáis.
El control será la nueva normalidad.
El control será la nueva normalidad.
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