Dicen que cada cual elige su camino.
Yo no sé si eso es del todo cierto, pero sí sé que en un momento de mi vida elegí ver la vida a través de un cristal y así sigo. Quizá podría haber elegido otro camino, pero siento que la fotografía es el lenguaje que mejor me ayuda a expresarme. Y como testigo del tiempo que me ha tocado vivir, también siento que del alguna manera debo dejar constancia de aquello que veo, de lo que acontece, de lo que siento, de lo que me rodea, de lo que me afecta, de lo que me gusta, de lo que me hace vivir o de lo que me entristece.
La fotografía me aporta mucho y siento que con ella también aporto con mi punto de vista. Sé que mi punto de vista no será muchas veces compartido, ni comprendido ni gustará; tampoco lo pretendo.
Pero con que una sola fotografía llegue al corazón de una persona o le sea de utilidad, el camino ya vale la pena.
No siempre es fácil, sin ir más lejos estos últimos días fui víctima de una agresión fascista. También en una manifestación recibí una pedrada que iba dirigida a la policía. Es lo que tiene estar en primera línea, soy consciente y lo asumo, forma parte del quehacer. Tomando fotos tuve el accidente que me mantuvo dos meses ingresado en el hospital con tres operaciones en la pierna, y más percances que ahora no vienen a cuento.
Pero los contratiempos no me detienen, lo que me aporta la vida detrás del cristal pesa más, mucho más que cualquier contratiempo. Me hace vivir y sentirme útil.
Y por ello me siento afortunado y agradecido.
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