Al murciélago le encanta la noche.
Y nosotros, simpatizando con él, le damos todas las facilidades para que vuele a su antojo.
Y así vamos, con la fiesta nacional y con cifras de rebrotes alarmantes y en aumento.
Quizá el control de las actividades de ocio nocturno no debería haberse relajado. Ahora, visto lo visto, se imponen medidas restrictivas para intentar contener la transmisión del virus.
Y conociendo su comportamiento, las próximas semanas se aventuran con unas cifras de contagiados y hospitalizados de récord.
Por no hablar de la situación económica en los próximos meses, con un país en la bancarrota, con una seguridad social colapsada, con un sistema de pensiones en peligro, con una Europa con los ojos puestos en que se cumplan las medidas que imponen para el rescate, con una tasa de paro en ascenso, con negocios y empresas cerrados por doquier...
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