Parece ser que, (por fin), tras decenas de miles de muertos y de millones de contagios el uso de mascarilla en espacios públicos cerrados y al aire libre cuando no se pueda garantizar la distancia de seguridad va a ser obligatorio.
Aunque más vale tarde que nunca, ¿cuántas vidas, enfermos, sufrimiento, ruinas económicas... se hubiesen podido evitar de haberse aplicado esta simple, eficaz y conocida medida al principio de la pandemia?
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