Existen lugares que parecen haber salido de un cuento o que han sido tocados por la gracia divina, lugares donde la naturaleza y la vida humana conviven en harmonía, lugares donde la belleza hipnotiza y el tiempo parece detenerse, lugares que si no los ves casi no lo podrías creer.
Y éste es uno de ellos.
Despertar o ir a dormir acompañado del rumor aflautado de los flamencos, admirar las evoluciones de su pausado vuelo, o estar acompañado de su bella estampa es un gran privilegio que si lo hemos vivido no lo podremos olvidar.
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