Primero nos dijeron que el virus no iba a entrar en el país.
Después que si entraba lo haría en una proporción ínfima.
Cuando entró nos dijeron que no hacían falta mascarillas.
Cuando se desbordó causando miles de contagios y muertes nos dijeron que nos teníamos que vacunar para inmunizarnos y alcanzar la inmunidad de rebaño.
Cuando se destapó que la vacuna no funcionaba como nos habían dicho dijeron que inmunizaba un 70%.
Después un 50%.
Después nos dijeron que la vacuna no reduce la transmisión pero que impedía las formas graves de la enfermedad.
Después que no reducía las formas graves opero impedía ir a la UCI.
Después que no impedía ir a la UCI pero sí la muerte.
Ahora sólo falta que nos digan que te mueres igual aunque te pongas la tercera, la cuarta y la quinta dosis de golpe pero que vas al Paraíso.
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Y mientras tanto la indignación y el estallido social contra las restricciones, las vacunación y el pasaporte covid ya es imparable por mucho que quieran silenciarlo.
Pero para los voceros del sistema los que protestan, cuestionan y critican son unos apestados a los que hay que mantener apartados y en silencio.
Vendrán más restricciones, más injusticias, más discriminaciones, más coacciones, más recortes de libertades y más violaciones de derechos humanos.
A este paso pronto estaremos todos haciendo el saludo nazi y los que no en un campo de exterminio.
No queda más que resistir, luchar y alzar la voz.
Hay otras maneras de combatir el virus que no pasan por pisotear necesariamente de esta manera los derechos de la ciudadanía.
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