Dicen los que lo practican que meditar con el sonido de un gong de fondo es equivalente a casi nueve horas de sueño en lo que se refiere a la capacidad de recuperar al organismo.
Yo eso no lo sé, pero sí sé que el sonido del mar por sí mismo tiene un efecto relajante, revitalizante, armónico, sanador... innegable.
Así imagino que las dos cosas juntas debe ser una toda una experiencia de renacer para quien lo practica.
Y como mínimo una experiencia sensorial para quien ve una de esas sesiones y doy fe de ello, impresionado me quedé.
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