Pequeña
masa pura
de espinas estrelladas,
cactus de las arenas,
enemigo,
el poeta
saluda
tu salud erizada:
en invierno te he visto:
la bruma carcomiendo
el roquerío,
los truenos
del oleaje
caían
contra Chile,
la sal tumbando estatuas,
el espacio
ocupado
por las arrolladoras
plumas de la tormenta,
y tú,
pequeño
héroe
erizado, tranquilo
entre dos piedras,
inmóvil,
sin ojos y sin hojas,
sin nidos y sin nervios,
duro, con tus raíces
minerales
como argollas terrestres
metidas
en el hierro del planeta,
y encima
una cabeza,
una minúscula cabeza
inmóvil,
firme, pura,
sola en la trepidante
oceanía,
en el huracanado territorio.
Más tarde agosto llega,
la primavera duerme
confundida en el frío
del hemisferio negro,
todo en la costa tiene
sabor negro,
las olas
se repiten
como pianos,
el cielo
es una nave
derribada, enlutada,
el mundo es un naufragio,
y entonces te escogió la primavera
para volver
a ver la luz sobre la tierra
y asoman
dos gotas de tus espinas
solitarias,
y nace
allí
entre piedras, entre tus alfileres,
nace
de nuevo
la marina
primavera,
la celeste y terrestre
primavera.
Allí, de todo
lo que existe, fragante,
aéreo, consumado,
lo que tiembla en las
hojas
del limonero o entre
los aromas dormidos
de la imperial magnolia,
de todo lo que espera
su llegada,
tú, cactus de las arenas,
pequeño bruto inmóvil,
solitario,
tú fuiste el elegido
y pronto
antes de que otra flor te
desafiara
los botones
de sangre
de tus sagrados dedos
se hicieron flor rosada,
pétalos milagrosos.
Y así es la historia,
y ésta
es la moral
de mi poema:
donde
estés, donde vivas,
en la última soledad
de este mundo,
en el azote
de la furia terrestre,
en el rincón de las humillaciones,
hermano,
hermana,
espera,
trabaja
firme
con tu pequeño ser y tus
raíces.
Un día
para ti
para todos,
saldrá
desde tu corazón un rayo
rojo,
florecerás también una
mañana:
no te ha olvidado,
no,
la primavera:
yo te lo digo,
yo te lo aseguro,
porque el cactus terrible,
el erizado
hijo de las arenas,
conversando
conmigo
me encargó este mensaje
para tu corazón desconsolado.
Y ahora
te lo digo
y me lo digo:
hermano, hermana,
espera,
estoy seguro:
No nos olvidará la primavera.
Pablo Neruda
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Me gustan mucho los cactus, me declaro un enamorado de ellos.
ResponderEliminarSiento una especial atracción por ellos, por su diseño evolutivo, por su adaptación a la supervivencia, por su áspera belleza, y me fascina y me asombra que de su rudo aspecto pueda brotar tanta hermosura en forma de delicadas flores.
Neruda se sentiría orgulloso de tu foto. La distancia temporal entre tu publicación y la publicación del poema es lo único que acredita que la fotografía no antecede al poema.
ResponderEliminarUn beso.
Un macro extraordinari acompanyats d'uns versos d'un poeta immortal.
ResponderEliminarUna forta abraçada Manel
Los cactus me resultan asombrosos y las flores siempre me parecen de mentira. La foto es preciosa con un encuadre magnífico y un enfoque de lujo.
ResponderEliminarEl poema grande en todos los sentidos
Un abrazo Manel
No conocía el poema.
ResponderEliminarLa foto es magnífica.
Saludos.
Una foto que es pura belleza . Un abrazo
ResponderEliminarUna maravella de cactus!!! M'agrada la seva flor.El poema molt maco també.
ResponderEliminarUna abraçada, Manel.
La foto es pura vida.
ResponderEliminarEstupendo combo.
Besos.
Maravillosa foto.
ResponderEliminarVaya pareja!!!
Una gota agua salada como esa mar sale de mis ojos emocionados al leer tan bello poema de Neruda,pero aún crece al ver la fotografía de las flores que brotan cerca de las costas,tan espléndidas,sin darse importancia de de su belleza y las emociones que puede causar en los que vamos caminando las playas
ResponderEliminarPrecioso conjunto,amiguco
Besucos
Gó
La flor me ha recordado a las que nacen cerca de las playas,al menos de mi tierra
ResponderEliminarTal vez no sean las mismas,pero las emociones SÍ
Besucos
Gó
Héroe erizado, qué verdad. Un poema a una planta humilde, que sabe sacar el jugo a la vida
ResponderEliminarUn abrazo y feliz jueves
Mucha gente asocia el cactus a algo desagradable por áspero y estéril. Sin saber de la belleza de sus flores; belleza que, en mi opinión, radica no solo en su estética sino también en su carácter efímero. Por su definición e iluminación, la fotografía me parece una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los cactus y sus flores... precioso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desconocía el poema.
ResponderEliminarTu foto lo embellece aun más.
:)
Un beso, Manel.
Feliz fin de semana.
Por favorr la oda es maravillosa pero la fotooooooooooooo es preciosaaaaaaa.
ResponderEliminarAbrazote utópico, Irma.-
Las palabras de Neruda me han emocionado. No conocía esa oda.
ResponderEliminarLos cactus, esa planta que nos regala flores hermosas en un espacio de tiempo muy corto. Y que flores!!!. Tu foto es una buena muestra.
Un abrazo.
Desconocía el poema y la fotografía es preciosa
ResponderEliminarAbrazo
Muchas gracias por vuestros amables comentarios :))
ResponderEliminarSolo añadir que este cactus tiene una particularidad que lo hace muy atrayente para mi: sólo abre sus flores con el sol, y en cuanto se va, las cierra.
Qué curioso me resulta!!
Besos y abrazos.