Siempre querido me fue este solitario cerro
y este seto, que tanta parte
del último horizonte la mirada excluye.
Mas, sentado y contemplando interminables
espacios de allá lejos, y sobrehumanos
silencios y su hondísima quietud
me quedo ensimismado hasta que casi
el corazón se teme. Y como el viento
que escucho susurrar entre las hojas, a este
infinito silencio esta voz
voy comparando: y me acuerdo de lo eterno
y de las estaciones muertas, y de la presente y viva,
y sus sonidos. Así que, entre esta
inmensidad, mi pensamiento anego,
y naufragar me es dulce en este mar.
"El infinito", Giacomo Leopardi, 1798-1837
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