.
.
Como cada año por estas fechas, los mirlos han regresado a casa.
Y han vuelto para hacer lo que llevan haciendo generación tras generación, construir el nido que albergará a la futura prole.
Es la hembra la que se encarga de ello. Con incesantes vuelos recoge y transporta ramitas, hojarasca y barro para construir un sólido y confortable hogar donde criar a sus polluelos una vez rompan el caparazón.
El macho, mientras ella construye el nido con tesón, esmero y paciencia monta guardia en los alrededores, y en caso de otros pájaros se acerquen no duda en ahuyentarlos y atacarlos si es necesario para alejarlos.
Pronto unos nuevos pequeños llegarán y serán cuidados por sus padres hasta que llegue la hora de emanciparse.
Y quizá esos pequeños vuelvan al lugar que les vio nacer como hicieron sus padres y los padres de sus padres para llevar adelante una nueva generación.
Así es la vida, tan bella como su bello canto.
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.